EL PARAÍSO DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ JW.ORG Y LA FELICIDAD.
Cuando nuestros ancestros lograron levantar sus cabezas, descansando de sus laboriosas formas de ganarse el sustento, comenzaron a interrogarse: ¿Cuál es la vida mejor?; ¿Cuál es el bien supremo de la vida?; ¿Cómo hallar la felicidad y la más plena satisfacción?
Responder a estas preguntas es, desde luego, bastante difícil, ya que ni siquiera es posible ponerse de acuerdo en qué consiste la felicidad. El diccionario de la RAE define la felicidad como:
“Estado de grata satisfacción espiritual y física”.
En la Biblia, no aparece la palabra “felicidad”, al menos en la “Traducción del Nuevo Mundo” que edita la Wachtower Bible and Tract Society JW.org. Sin embargo, dentro de la religión Testigos de Jehová esa palabra se encuentra latente en todas las publicaciones y dibujos con las cuales pretenden adoctrinar a sus feligreses, mostrando idealizadas escenas, en las cuales personas de toda clase social y racial aparecen en jardines deliciosos, retozando junto a sus hijos en un estado de óptima satisfacción en un mundo imaginario.
Contrasta ese adoctrinamiento mediático de la Wachtower, con las experiencias de los ex testigos de Jehová, los cuales una vez que han salido de sus dominios entregan toda clase de experiencias negativas acerca de su pasar dentro de esa organización religiosa: rencillas internas, arribismos, arrogancia de los mandos superiores, actitudes de egoísmo, narcisismo, envidia, resentimiento y rivalidad entre las personas, por cuanto se estratifica a las personas de acuerdo a los cargos que ocupan, al rendimiento en labores de predicación, como también por tener algún grado de parentesco con los ancianos o superintendentes.
También es un hecho, mucho más difícil de comprender y por lo mismo de perfeccionar, que uno mismo pueda generar la desdicha en la intimidad de su propia cabeza. Dentro de un grupo humano, que se supone, sostienen ideas semejantes en lo espiritual, se tiende a creer que todo debiera ser armónico, pero también es cierto, existe el reproche por falta de cariño a su propio consorte, que se suponga malas intenciones en su Jefe, a la contaminación atmosférica, o que se culpe al clima de algún resfrío. Los seres humanos somos así.
Fiodor Mijailovich Dostoievski lo expresó de esta manera:
“¿Qué puede esperarse de un ser humano? Cólmelo usted de todos los bienes materiales de la tierra, sumérjalo en la felicidad hasta el cuello, hasta más arriba de su cabeza, de modo que su dicha suba en burbujas, que no tenga otra ocupación que dormir, comer pasteles y preocuparse de la permanencia del género humano. Pues bien, a pesar de todo es posible que esa persona comience a arrojarle los pasteles a la cara y llegará a desearle a usted que le sobrevenga el mal más disparatad, solo para ponerlo a usted en su propio elemento fantástico de mal agüero. Esa persona querrá conservar su estúpida trivialidad y sus ideas fantásticas”
Es que en nuestra sociedad occidental, consumista y globalizada subsiste la idea de una felicidad apetecible inmersa en satisfacciones
materiales o espirituales inducidas por campañas de promoción de dicha y ventura que se encuentran a un click, a un castañetear de dedos, y todo lo que oponga a esa idea es pesadumbre, aflicción, abatimiento, congoja y remordimiento.
Hace algunos años un joven preguntaba por las redes sociales: “¿En qué forma puedo llegar a tener un estado de felicidad permanente?”. Es cierto, me he encontrado con personas que creen que la felicidad es un bien apetecible y susceptible de ser alcanzado y mantenido. Ignoran estas personas que la vida humana se matiza con vivencias gratas y desdichadas, con momentos amables y otros desagradables, y que todo ello es parte de la vida. Que la felicidad no se puede apreciar sino a partir de los matices ambivalentes de nuestra existencia, y que el resumen final de estas tonalidades es lo que en esencia constituye nuestra vida.
Se necesita una noción más clara de la naturaleza de la felicidad para llegar a ella. Si esperamos encontrar ese camino preguntémonos en qué difiere el ser humano de otras especies de vida. La excelencia peculiar de los seres humanos es su capacidad de pensar. Esta capacidad sobrepuja y gobierna todas las otras clases de vida y sospechamos que su completo desarrollo nos dará la plena satisfacción y la felicidad. Por esa razón, cuando nuestro intelecto ha sido menospreciado y ha sido desplazado hacia un Libro Sagrado, o una organización, estamos privándonos de la capacidad de experimentar la felicidad o de que han sido cortados los puentes que conducen hacia su encuentro.
La principal condición de la felicidad, dejando aparte ciertas exigencias de carácter fisiológico, es la vida de la razón, gloria y poder específico de los seres humanos. El bienestar dependerá del claro juicio, del propio dominio personal, del equilibrio de los deseos, del hábil manejo de los medios de subsistencia, de la virtud del trato con nuestros semejantes.
Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia entonces no es entonces un acto, sino un hábito, una conducta, porque ni una golondrina, ni un día, hacen verano, ni un suceso pasajero o una buena acción esporádica hacen al ser humano bienaventurado o feliz, porque la felicidad se difunde cuando es compartida, cuando nace de la propia iniciativa. Para eso hay que valorarse como persona.
Los grupos religiosos y sus dirigentes, como el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, cual directores de un zoológico se han impuesto la tarea de configurar la vida de sus feligreses, desde la cuna a la tumba de modo que sea segura dentro del grupo, insegura fuera de él, y chorreante de felicidad fingida con las eficaces ayuda de las publicaciones, libros, revistas, vídeos, películas, asambleas, además de la nutrida repetición de que solo ellos disponen de línea directa con Dios y que dentro de sus filas La Gran Felicidad se encuentra a la vuelta de la esquina. Por esa razón nos preguntamos, si el Paraíso del cual ellos hablan a cada momento, sería deseable para personas racionales.
Al igual que nuestros primos de sangre caliente en el Reino Animal, en zoológicos protegidos contra el hambre, la desnutrición, el peligro del mundo, incluso contra las caries dentales, la protección dentro de la organización Wachtower impide a las personas a valerse por si mismas, ya que todo el quehacer testiguil se encuentra debidamente reglamentado, desde la cuna a la tumba, incluso no se necesita obtener un grado académico ni quemarse las pestañas en las universidades. La Organización de Jehová lo es todo.
Conocemos de las técnicas de Control Mental de las sectas, pero también existe la manipulación mental, mucho más sutil, pero bastante efectiva. Ovidio la describe en su Ars Amatoria (Publio Ovidio Nasón, poeta romano -43 a.C. a 17 D. de C.), el nos aconseja: “Persuádete que estás enamorado y te convertirás en un amante elocuente… muchas veces el que empezó fingiendo, acabó amando de veras”. He aquí la receta mágica, con que la organización Wachtower constantemente nos está induciendo mentalmente, a sentirnos felices dentro de las congregaciones o a observar el mundo, consternados, preocupados, inquietos, mortificados. Me atrevo a asegurar que los miembros habituales que asisten regularmente a los Salones del Reino piensan que son un grupo de gente persuadidos por la técnica de fingir ser felices, y por contrario, aseguran que los que están fuera de la organización Wachtower, son personas desgraciadas, desafortunadas, que viven en el desamparo, el desamor, las drogas, el alcohol y la vida disipada.
PARAÍSO
De acuerdo a la Real Academia Española, la definición de la palabra “PARAISO” está errada, si nos apegamos a la versión bíblica de la Wachtower:
Aquí la definición de la RAE:
1.- En el Antiguo Testamento jardín de delicias, donde Dios colocó a Adán y Eva.
2.- Cielo, lugar en que los bienaventurados gozan de la presencia de Dios.
3.- Sitio o lugar muy ameno.
En la edición de la Biblia de la Wachtower solo aparecen 4 versículos con la palabra “Paraíso” y solo una (1) de ellas en el Antiguo Testamento y esta no hace mención al llamado Paraíso de Adán y Eva.
Cantar de cantares 4:13
“…un jardín cerrado con barras es mi hermana (mi) novia…tu piel es un Paraíso de granadas, con los frutos más selectos…”
En este versículo no se hace referencia a un jardín como el de Adán y Eva sino a la piel de la persona amada.
Evangelio de Lucas 23:43
“…Y el le dijo, “verdaderamente, te digo hoy, estarás conmigo en el Paraíso…”
Se debe suponer que esta referencia a Paraíso es para después de la muerte, una especie de “Paraíso Celestial”.
2º a los Corintios 12:4
“… que fue arrebatado al Paraíso y oyó palabras inexpresables que no le es lícito al hombre hablar…”
También en este versículo se hace referencia a un Paraíso celestial, una especie de Tercer Cielo, según Saulo de Tarso.
Revelación 2:7
“…el que tenga oído oiga lo que el Espíritu le dice a las congregaciones: al que venza, le concederé comer del árbol de la vida que está en el Paraíso de Dios…”
También en este caso, se hace referencia a un Paraíso celestial, ya que el Paraíso del Génesis, el de Adán y Eva que menciona la RAE se encuentra cerrado por reparaciones. Es cosa de ir a ver el lugar para percatarse de que un par de ángeles hacen guardia permanente con una espada que gira para cerrar el paso. (No lo he visto, pero lo dice la Biblia, entonces debe ser cierto).
En todo caso, la acepción de la RAE no se compadece con los versículos bíblicos, por cuanto de ninguno de ellos se deduce un “Jardín de Delicias”, excepto por el versículo de Cantar de Cantares y la piel de la persona amada.
Los arriba citados son los únicos versículos del Antiguo Testamento que hacen referencia al Paraíso en la versión bíblica de la Wachtower. Luego debemos preguntarnos si en el llamado Paraíso, aquél de las publicaciones watchtowerianas, la vida en ese lugar vale la pena, si es un lugar de felicidad o de desdichas.
La literatura universal nos entrega unas pautas que no debemos pasar por alto: El “Infierno” de Dante es mucho más genial que su “Paraíso”, de igual forma el “Paraíso Perdido” de Milton, a su lado el Paraíso Reconquistado es un aburrimiento. La primera versión de Fausto conmueve hasta las lágrimas, la segunda parte hasta el bostezo. Por consiguiente el lector inquisitivo se preguntará: ¿Cómo será la vida en el supuesto Paraíso de la JW-ORG?
En primer lugar cada persona adora su intimidad, su individualidad, la libertad de pensar y de actuar. Por consiguiente un Paraíso al estilo del Jardín del Edén causaría desagrado por el hecho del impedimento a expresar nuestra propia naturaleza. Hasta el grado, es posible, de que llegáramos a desear comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Por ejemplo: no nos gustaría llamar a cada persona, “hermano” o “hermana” porque si todos son hermanos entonces ninguno es hermano, de acuerdo a la premisa de que el que tiene muchos amigos, no tiene amigos, porque es imposible tener amistad verdadera con muchos.
Por otra parte un mundo en donde todos piensan de la misma forma es contrario al perfeccionamiento individual, el cual es parte inherente de nuestra naturaleza. Cada uno de nosotros nos esforzamos constantemente por diferenciarnos, por reafirmar nuestra singularidad, algo que en el Paraíso bíblico estaría en contra de los postulados de Dios.
“Is better to travel hopefully than to arrive” es la traducción al inglés de un adagio japonés, que significa: “Es mejor viajar lleno de esperanzas que llegar” y quiere decir que la felicidad está en la salida y no en la entrada. Lo cual en román paladino podemos expresar como “toda realidad destruye un sueño”, quizás sea el motivo por el cual el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová
se lo pasan cambiando las fechas de llegada al Paraíso. La búsqueda de la Flor Azúl, la renuncia de las satisfacciones presentes en espera de la Gran Alegría se cotiza mucho en nuestras sociedades actuales y hace palpitar con fuerza los corazones, abriendo billeteras y tarjetas de crédito. La meta todavía no alcanzada es más apetecible, romántica, transfigurada como nunca puede hacerlo la que finalmente se alcanza.
Sea como sea, hay miles y miles de personas que están golpeando puertas, de ciudad en ciudad, evangelizando a otras cientos, o miles, para que el Paraíso complete su cuota de infortunados, de acuerdo a las directrices del Cuerpo Gobernante. Personas que han suspendido sus estudios superiores o se han privado de ir a la universidad. Ellos no pueden elaborar algún pensamiento propio, porque han delegado sus neuronas a la religión, a cambio reciben esperanzas, promesas de vida eterna en un supuesto jardín de delicias. Esas vidas, esas personas ni siquiera se han cuestionado asuntos tan gravitantes como si realmente son felices dentro de su infelicidad. Ocupadas día tras día, semana tras semana, mes tras mes, cumpliendo metas, llenando informes de servicio, se les ha pasado el tiempo para preocuparse por ellas mismas, son hormigas obreras trabajando para alimetar al Cuerpo Gobernante, hasta que por alguna razón ajena a su pasar, de pronto abren sus ojos y comienzan a dudar, luego cuestionan alguna doctrinas, luego renuncian o son expulsadas, para finalmente verse libres de adoctrinamientos y llegan al vacío existencial, si no tienen amistades o familiares. No se educaron y aún peor, no saben pensar por cuenta propia, ni sacan conclusiones personales en búsqueda de la felicidad, entonces comienzan a deambular por las redes sociales tratando de encontrar su destino fuera de la secta.
El proceso de reordenamiento de las vidas de los Ex T.de J. puede ser difícil, pero no es imposible. Se trata de elaborar una estrategia propia, enfrentarse al mundo, y a si mismos, aprender a conocerse puede llegar a ser un trabajo apasionante, que no termina nunca.
Finalizo con una cita del filósofo Ángel Gavilondo:
” Somos ciertamente mortales, efímeros, seres de un día. Vivir el gozo de lo irrepetible de cada instante le da una intensidad y una densidad a nuestro quehacer diario, con sabor de eternidad”
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AUTOR: Rubén Echeverría Lastarria